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¿Cómo
se propaga el calor?
En las
materias sólidas, líquidas o gaseosas el calor
se propaga de manera diferente. Lo que condiciona esto es el
tipo de materia.
Así, tenemos que
las formas de propagación del calor son: conducción,
convección
y radiación,
que -en
muchos casos- pueden actuar en forma combinada.
Conducción
Es propia
de los sólidos. Al aplicar calor a un cuerpo sólido
(por ejemplo, una barra metálica) la zona afectada adquiere
un mayor nivel calórico y esto genera una mayor movilidad
en las partículas. Debido a este proceso, cada partícula
comunica su energía a las partículas vecinas,
y así sucesivamente.
Si deja de aplicarse calor, disminuye la agitación de
las partículas, y el efecto de propagación decrece.
Existen algunos sólidos que son muy buenos conductores
del calor: los metales. Uno de los mejores es la plata, y otro
es el cobre. También están el oro, el aluminio
y el hierro. ¿Por qué los metales son buenos conductores?
Básicamente, por su estructura molecular, ya que las
moléculas que los forman están muy unidas y en
filas ordenadas. Esto facilita enormemente la transmisión
del calor por choques, según el estado de agitación
de las moléculas.
Convención
Ocurre
en líquidos y gases. Se produce cuando un líquido
o gas se calienta, entonces, las moléculas adquieren
más energía y se separan. Debido a este proceso,
ocurre un aumento del volumen de dicha sustancia.
En el fondo, el líquido o el gas se dilatan, con lo que
baja su densidad, las moléculas suben y el espacio dejado
por ellas es ocupado por otras moléculas que están
a menor temperatura. Este ascenso de las moléculas va
provocando corrientes, que se denominan corrientes de convención.
Dicho fenómeno explica algunos hechos que ocurren en
la atmósfera como, por ejemplo, el origen de los vientos
y de la lluvia.
Radiación
Es la transmisión
del calor que ocurre sin que participe un medio material. En
este caso, la radiación calórica puede transmitirse
en el vacío. De este modo, por ejemplo, es como llega
a la tierra el calor del Sol.
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